En una sociedad que muchas veces prefiere evitar hablar de la muerte, donde el final de la vida es un tabú silencioso o se delega a lo estrictamente médico, en Fundación Paliaclinic apostamos por mirarla de frente.

Mirar la muerte de frente no significa romantizarla ni dramatizarla, sino simplemente reconocer su existencia como parte ineludible de la vida. En nuestra trayectoria hemos aprendido que acompañar en la muerte es una forma de cuidar, y cuidar hasta el final es un derecho que toda persona merece.

La sociedad moderna ha evolucionado en tecnología, medicina y calidad de vida. Pero con respecto a la forma en la que gestionamos la muerte, podemos decir que ha habido una involución. Evitamos hablar de ella, nos cuesta verla, y muchas veces dejamos que ocurra en soledad. Por eso, el acompañamiento en la muerte no es solo una opción: es una necesidad urgente que interpela a nuestra ética, a nuestra solidaridad y a nuestra capacidad de estar presentes.

Persona voluntaria de acompañamiento en domicilio con la persona acompañada.
Persona voluntaria de acompañamiento en domicilio con la persona acompañada.

¿Qué significa acompañar a morir desde la presencia y la escucha?

Acompañar a morir no es un protocolo. No es una lista de tareas ni una fórmula universal. Es un acto profundamente humano que parte de dos pilares esenciales: la presencia y la escucha.

La presencia no se mide en tiempo, sino en la calidad del estar. Estar sin prisa. Estar sin imponer. Estar sin querer solucionar lo que no tiene solución. Estar para sostener, para acoger, para validar emociones, silencios, miedos, recuerdos. Muchas veces, basta con un gesto, una mano, una mirada que no huye. Estar es ofrecer refugio cuando todo lo demás parece desmoronarse.

Voluntario de acompañamiento en domicilio con la persona acompañada.
Persona voluntaria de acompañamiento en domicilio con la persona acompañada.

La escucha, por otro lado, es uno de los dones más escasos en nuestra era de velocidad y ruido. Escuchar en el final de la vida significa hacerle espacio a la persona que está transitando su último tramo, permitirle expresar lo que necesita, recordar, llorar o cerrar ciclos. Escuchar sin corregir, sin dirigir, sin diagnosticar. Solo estar disponibles con el corazón abierto.

En Fundación Paliaclinic, apostamos por acompañar desde estos principios. No se trata de convencer a nadie de cómo morir, sino de garantizar que cada quien pueda vivir ese momento con la mayor dignidad y serenidad posible.

El valor del voluntariado para el acompañamiento en la muerte

La Fundación Paliaclinic, asociada a la Federación Catalana de Voluntariado Social, está vinculada al voluntariado desde sus orígenes. No obstante, es en el año 2013 cuando se consolida y estructura formalmente el programa de voluntariado de acompañamiento al final de la vida.

Este programa surge como respuesta a la detección de necesidades sociales complementarias, las dificultades que enfrentan muchos pacientes y sus familias, y el compromiso de las personas voluntarias con el entorno y la sociedad, especialmente al tomar conciencia del sufrimiento humano en los últimos momentos de vida.

Creemos firmemente que la figura de la persona voluntaria es un pilar esencial que da sentido a la labor de nuestra fundación. Está intrínsecamente ligada al valor de la solidaridad que define a las entidades sin ánimo de lucro como la nuestra.

Gracias a su implicación, podemos cumplir con nuestra misión: acompañar a morir y apoyar a personas con pocos recursos y/o en situación de vulnerabilidad social en el tramo final de sus vidas, ayudándolas a vivir ese momento donde lo desean y con el menor sufrimiento posible.

Una persona voluntaria de acompañamiento en domicilio de la Fundación Paliaclinic
Persona voluntaria de acompañamiento pediátrico

El acompañamiento que ofrecemos no sería posible sin el corazón y la entrega de nuestras personas voluntarias. En la Fundación Paliaclinic, el voluntariado es el alma del proyecto.

Gracias a su implicación y compromiso, podemos cumplir con nuestra misión: acompañar y apoyar a personas con pocos recursos y/o en situación de vulnerabilidad social en el tramo final de sus vidas, ayudándolas a vivir ese momento donde lo desean y con el menor sufrimiento posible.

Hablar de la muerte en medios: visibilizar lo esencial

Uno de los mayores retos del acompañamiento a la muerte es el silencio que lo rodea. Vivimos en una sociedad que habla poco y mal de la muerte. Que la oculta, la endulza o la convierte en tabú. Por eso, visibilizar el acompañamiento, hablar de cómo se muere, de cómo se puede estar con una persona en su último tramo, debe ser una prioridad en una sociedad como la nuestra.

La Fundación Paliaclinic es una entidad comprometida con el bienestar de las personas, y a través de sus programas sociales, responde a las necesidades de quienes más lo necesitan: personas en riesgo de exclusión que afrontan una enfermedad incurable o la etapa final de la vida —ya sean niñas, niños, adolescentes, personas adultas o mayores—, y sus familias, para que puedan transitar este proceso en el entorno del hogar, rodeadas de dignidad, cuidados y acompañamiento.

Recientemente hemos tenido la oportunidad de hablar de esta labor en una entrevista para Betevé, dentro de una serie de reportajes sobre cómo vivimos y acompañamos la muerte.

Os invitamos a verla y conocer de cerca el valor humano de este voluntariado tan esencial.

Entrevista en Betebé. Acompanyar la mort: com som en els últims moments de vida
Entrevista de Betevé a Fundación Paliaclinic

También os invitamos a ver el breve reportaje en el que La Fundación Paliaclinic junto con el proyecto “Mar de Dins”, ofrecen a pacientes con enfermedades avanzadas y sus familias, un “respiro” para vivir juntos una experiencia en el mar.

Haciendo referencia a la experiencia en el velero con el proyecto “Mar de Dins” y la familia acompañada por la Fundación Paliaclinic, os dejamos una entrevista realizada en el programa “La Linterna” de COPE Cataluña el pasado 16/6/25.

El valor de acompañar en la muerte

En Paliaclinic lo tenemos claro: acompañar en la muerte no es un lujo, es una misión. Una misión que abraza la fragilidad, que no exige respuestas, pero sí presencia. Que no necesita perfección, pero sí entrega.

Porque cuando llega el final, lo que queda no son los tratamientos ni las cifras, sino las miradas, las manos, los silencios compartidos. Y en eso, el acompañamiento es insustituible.